Yugoslavia

El Reino de los Serbios, Croatas y Eslovenos (ese fue su nombre oficial hasta 1929) se instauró en diciembre de 1918, aunque en los contactos de políticos yugoslavos con los aliados, realizados sobre todo en Londres, el nuevo estado llevaba fraguándose al menos desde 1914. Pese a ello, existían entre estos líderes locales considerables discrepancias en cuanto a la naturaleza que tendría el país, y finalmente se optó por una monarquía parlamentaria (cuya corona recayó sobre la familia real serbia).

Serbia y Montenegro habían adquirido la independencia desde mediados del siglo XIX frente al Imperio Otomano, en franca decadencia, y habían participado, junto a Bulgaria, Grecia y Rumanía, en las guerras balcánicas de 1912-13 para arrebatar a Turquía sus últimos territorios en suelo europeo (luego lucharon entre ellos por los despojos). A partir de entonces creció el sentimiento nacionalista y el deseo de unir a todos los eslavos del sur en un solo estado. De hecho, la Primera Guerra Mundial comenzó a raíz del asesinato en Sarajevo del Archiduque Francisco Fernando de Austria, un atentado que quizá estuvo organizado o al menos alentado por el gobierno serbio. Por su parte, Croacia y Eslovenia formaban parte del imperio Austrohúngaro desde el siglo XVI y estaban económicamente más desarrolladas que el resto de la futura Yugoslavia (además de contar con cierta autonomía dentro de este); así, pronto mostraron su desacuerdo con el proceso de centralización del nuevo reino. Éste, además, hubo de enfrentarse a enormes diferencias sociales, sobre todo en la agricultura, el principal motor del país, donde convivían multitud de sistemas ineficaces y dispares, algunos de los cuales aún se podrían considerar feudales, y a las consecuencias de los duros combates de la Gran Guerra, que habían sido especialmente costosos en vidas humanas para los serbios.

En los años 20, el gobierno yugoslavo trató de mantener a raya a sus vecinos y buscar el apoyo de Francia y el Reino Unido. En especial fueron constantes las tensiones con Italia por la costa dálmata y la ciudad de Zara (actual Zadar), así como por la influencia sobre Albania. A finales de la década, Mussolini dio cobijo a la Ustase, una organización fascista croata opuesta al gobierno serbio. La inestabilidad política y social no dejó de crecer hasta que, en 1929 y tras varios asesinatos políticos, el rey Alejandro abolió la constitución y se hizo con todo el poder (sería, por cierto, asesinado en Francia en 1934), acentuando la centralización y la marginación de las provincias históricas. El crack del 29 golpeó con fuerza la economía rural, al reclamarse los créditos internacionales que habían servido para financiar la agricultura y hundirse además los precios de los cultivos.

Belgrado, años 20

Belgrado

La capital del nuevo estado lo había sido también del reino serbio y era la ciudad más populosa de los Balcanes (la población alcanzaba a finales de la década casi las 250.000 personas), aparte de una de las más antiguas de la zona. Aunque había sufrido una vasta destrucción durante la Gran Guerra y las sucesivas ocupaciones y liberaciones a manos de los diversos ejércitos, Belgrado se recuperó con relativa rapidez (quizá porque no era algo nuevo en su historia: lo mismo había sucedido en las largas contiendas entre austriacos y otomanos). Contaba además con una importante comunidad de rusos blancos exiliados tras la guerra civil.

Durante la década de los 20 se realizaron importantes obras de modernización (por ejemplo, el aeropuerto de Belgrado se inauguró en 1927). Uno de los símbolos más apreciados de la nueva época era el automóvil, y se asfaltaron con presteza las viejas calles de adoquines para que los nuevos ricos pudieran pasear sus potentes máquinas. El barrio de Skadarlija, la zona bohemia, surgió alrededor del cambio de siglo y estaba lleno de cafés donde se reunían los intelectuales y artistas.

Nicola Tesla

Este gran científico e inventor de origen serbio (aunque el pueblo donde nació en 1856 pertenecía entonces al Imperio Austriaco, actual Croacia) es conocido por sus decisivas contribuciones al electromagnetismo, la radio y la robótica, y también por sus dudosas teorías científicas, como la del "rayo de la muerte". Inmediatamente tras su fallecimiento en 1943, el gobierno americano requisó sus notas y las declaró secretas, lo que ha motivado numerosas especulaciones dentro de los círculos conspiranoicos. Dentro del mundo de juego, Tesla disfrutó de un breve cameo en La maldición de Chaugnar Faugn y ha servido de base para innumerables científicos locos; quizá en su pueblo de origen haya pistas importantes sobre sus investigaciones (cartas, testimonios...).

Microestados: Estado Libre de Fiume

Fiume (actual Rijeka, Croacia) es, como Danzig, otra de esas rarezas de la posguerra, soluciones políticas que no podían contentar a nadie. Tras la Gran Guerra, Italia y la recién formada Yugoslavia se disputaron el dominio de esta estratégica ciudad del Adriático, con una lucha soterrada que obligó a la entrada de tropas francesas y británicas. En 1919, el poeta y protofascista italiano Gabriele D’Annunzio tomó la ciudad con un puñado de partidarios, pero en noviembre de 1920 Italia y Yugoslavia firmaron el tratado de Rapallo, según el cual ambos reconocían la independencia del estado de Fiume. Esta independencia fue una mera fachada que duró hasta 1924, cuando se reconoció oficialmente su anexión por parte de Italia.

Microestados: Zara

Zara, actual Zadar (Croacia) no era realmente un microestado, sino un enclave de Italia en la costa Dálmata, y como tal era administrado como una provincia italiana más, de apenas 100 km² y 20.000 habitantes, formada en 1918 y reconocida oficialmente por el tratado de Rapallo en 1920.

Esta antigua población, que había luchado contra Venecia durante siglos por el control del Adriático y era la tradicional capital dálmata, estaba poblada intramuros por una mayoría italiana, y extramuros principalmente por croatas. Aquí se trasladaron la mayoría de italianos de Dalmacia tras la formación del estado yugoslavo.