Según la costumbre en el antiguo Tasuun, las exequias de Ilalotha, dama de honor de la reina viuda Xantlicha, habían sido ocasión de abundante jolgorio y prolongada fiesta. Durante tres días había yacido vestida con atavíos de gala en medio del gran salón de banquetes del palacio real de Miraab (...) A su alrededor, desde la penumbra del amanecer hasta el ocaso, desde el frío atardecer hasta la tórrida y resplandeciente aurora, la febril marea de las orgías fúnebres había crecido y aumentado sin descanso (...) Se cantaron locas canciones y dísticos obscenos y las bailarinas giraron con un frenesí vertiginoso al lascivo sollozo de flautas incansables. Vinos y licores eran derramados torrencialmente de monstruosas ánforas, las mesas humeaban con las gigantescas bolas de carnes picantes, constantemente repuestas (...) Por todas partes a su alrededor, yacían aquellos que se habían rendido a la licencia del amor o a la fuerza de sus intoxicaciones, en actitudes desordenadas o del mayor abandono.
Publicado originalmente en Weird Tales en septiembre de 1937.