Bueno, es que la autoedición es el negocio del siglo. Fijaos en lo que cuenta Umberto Eco en El péndulo de Foucault y tendréis un paradigma fiel de la especulación editorial más pura: alguien que no pone un solo euro en un proceso que pagan los autores, cobra unos tres mil euros por cortar quinientos libros de tapa blanda, papel de gramaje ínfimo, sin guardas ni páginas de cortesía: un libro así cuesta hacerlo unos dos euros. Es decir, los beneficios extraordinarios que obtiene después de pagar a sus correctores y maquetadores son exagerados, porque insisto, él no ha puesto ni un euro. Por si fuera poco está de acuerdo con elementos poco recomendables de la Escuela de Letras de Madrid (otra inmensa estafa) que te envían allí y se llevan una comisión si te publican el libro. Si buscáis autoedición os recomiendo bubok o incluso amazon en sus modalidades de libro digital, ya que si podéis hacer vuestra propia corrección y diseño gráfico (yo mismo acabo de publicar otro libro por unos doscientos euros) os saldrá muy barato. En cuanto a lo que se dice de Carmelo Segura… todo cierto y se queda corto. Insigne toison d´or de la ilustre cofradía del palurdo ambicioso te da largas, nunca contesta cuando le pides que te dé tus beneficios, hace circunloquios de más de media hora para evitar tocar el tema clave (que te pague lo que te adeuda, es que hay que ser miserable) y, eso sí, posee una acendrada psicopatía (lo que Claudio Naranjo llamaría «el eneatipo tres») para dejar que la vanidad inherente al escritor trabaje por él y así sacarle el rico tuétano proteínico a cualquiera. Es un ser algo inquietante. Publiqué con este elemento un libro en el 2004 (creo) y con el contrato de cinco años extinguido desde hace varios años me encuentro con que mi libro se vende digitalmente (yo no cedí ningún derecho digital) y en papel por otras editoriales distintas a Entrelíneas. Por cierto, para los que hemos trabajado muchos años en el sector editorial es bastante tangible que sus correctores, en caso de existir, son profesionales muy deficientes así como sus diseñadores gráficos.