"Todos los ataúdes se hallaban en orden, excepto el que contenía el cuerpo de mi bisabuelo Asaph Peabody; este parecía estar curiosamente alterado: sobresalía de la línea con respecto a los otros más recientes de mi abuelo y de mi tío -que no yacían en un nicho propio, sino en un saliente de la pared en que estaban los nichos. Además, parecía que alguien había intentado levantar la tapa: una de las bisagras estaba rota y la otra suelta. Intenté enderezar el ataúd de mi bisabuelo de modo instintivo, pero al hacerlo la tapa se aflojó más aun y se movió ligeramente: eso me permitió entrever todo lo que quedaba de Asaph Peabody. Pude observar que, por algún tremendo error, había sido enterrado boca abajo. No quería pensar, aun después de pasado tanto tiempo, después de su muerte, que el viejo hubiese sido enterrado en un estado cataléptico y hubiese sufrido una angustiosa muerte en ese estrecho espacio en el que era imposible respirar. No quedaban más que huesos, huesos y restos de su vestimenta. De todos modos, me sentí en la obligación de alterar lo que se debía a error o accidente. Quité la tapa del ataúd y, con respeto, di la vuelta a los huesos y cráneo, con objeto de que el esqueleto de mi bisabuelo estuviese en la posición correcta."