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Un jueves lluvioso de finales de Noviembre, recibí una carta donde se me informaba de la defunción de mi cliente, el profesor George Gammel Angell, acaecida el 31 de Octubre de 1927, en Providence, Rhode Island. La misiva, firmada por el nieto del finado, en su calidad de albacea legal y heredero universal, me conminaba a, con arreglo a mis responsabilidades para con mi cliente, en mi función de administrador de la finca entre las colinas, a proceder a la inspección de la propiedad y su tasación, en previsión de una posible venta, habida cuenta de la súbita y desgraciada muerte de mi cliente.
Hubo algo que me inquietó en la carta, empero, aunque no le di mayor importancia en su momento. Bien sabe nuestro Señor Jesucristo que todo hubiera sido bien diferente de haber seguido a pies juntillas la recomendación implícita en la carta. En ella se me aconsejaba, de un modo en verdad extraño, que procurara ser muy cuidadoso y si que, por un casual, observaba algo fuera de lo común, desistiese de mayores pesquisas, no cediendo a mi curiosidad, ya que alguna desgracia podría sobrevenirme de no actuar con la necesaria prudencia.
Aunque bien informado por los periódicos de las extrañas circunstancias que rodeaban la muerte de mi cliente, no pude evitar mostrarme algo escéptico. Para ser sincero, debería añadir, que, al leer la carta y su extraña advertencia, no pude evitar esbozar una tímida sonrisa. Sin embargo, algo en mi interior debió inquietarse, pues según viajaba en mi viejo Ford hacia la casa, no podía dejar de manosear la empuñadura de mi revolver del 38 Smith & Wesson. Tal vez me sería útil, nunca se sabía...a fin de cuentas, un consejo siempre ha de tenerse en consideración, aunque sea una locura.
Una vez que el viajero dejaba atrás la oscura masa del Bosque de Billington, alejándose de los meandros pantanosos del viejo Miskatonic, hacia el oeste, en la planicie yerma, antes de llegar a tocar la linde de la que fuera tierra de Nahum Gardner, cerca de la polvorienta y pedregosa carretera que unía Dunwich con Arkham, un viejo sendero se separaba del camino principal para perderse entre las colinas.
Al final de éste, que se prolongaba poco menos que un par de millas hacia el suroeste, tras atravesar un páramo desierto y baldío, una casa antigua de madera, con techumbre de estilo holandés, se erguían decrépita sobre la cima de una loma achatada que dominaba la hacienda circundante. Una alta verja de dos hojas, forjada con fuerte acero colado, ennegrecido y verdoso por el óxido, cerraba el acceso a la propiedad. A izquierda y derecha, una tapia de mampostería recia y mohosa, parcialmente cubierta por una enmarañada y fragante enredadera, apenas dejaba ver los penachos entejados de las cubiertas superiores de las techumbres del viejo caserón. Por entre los gruesos barrotes de la puerta de verja de la entrada se podía distinguir una senda empedrada que discurría hasta un pequeño pabellón marmóreo circular, encolumnado, que dominaba una pequeña plazoleta en la parte central del amplio jardín delantero de la casa. Más allá de éste, la senda adoquinada continuaba por entre setos descuidados y salvajes hasta la pequeña escalinata de acceso a la entrada principal de la mansión.
Una recia cadena de hierro oscuro, asegurada con un candado Royal Clef de pesada cancela, mantenía las dos hojas de la verja cerradas. Cerca de ésta podían distinguirse, en la tierra del camino, la huellas recientes de los neumáticos de un viejo Ford T, muy parecido al que yo mismo había utilizado para desplazarme hasta...la casa.
Las huellas de neumático de la entrada serán seguramente del nieto, pensé. Habrá venido a ver si el viejo guardaba una marmita de oro debajo del colchón. Esbocé una sonrisa ante la imagen del nieto mirando debajo de los colchones de la casa, buscando la supuesta fortuna del abuelo.
Poco me duró la sonrisa al ver la casa más de cerca. Me aproximé a la casa conduciendo con prudencia mientras observaba casi hipnitazado la imponente silueta de la casa. Allí permanecía, impertérrita viendo el devenir de los días desde que se construyera hace algo más de dos siglos, cuando este pais era aún joven y la sangre de los pioneros lo forjaba a golpe de azada y mosquete. Las ventanas de la casa parecían devolverme la mirada al tiempo que las chimeneas rasgaban el cielo otoñal.
Una extraña inquietud me embargó en el momento en el que detuve mi Ford a pocos metros de la entrada y apagué el motor. La fina lluvia que caía en ese momento repiqueteaba despreocupada sobre el coche. A mi mente regresaron una vez más las palabras del nieto de George Gammel Angell, en las que se me instaba a ser discreto y, ante todo, a no dejarme llevar por la curiosidad. Durante todo el camino le había dado vuelta a aquello, pero ahora, con la casa a pocos metros de mí, parecerieron tomar otra dimensión. Es extraño lo que la mente humana puede llegar a pensar en situaciones de este tipo.
Con un pequeño meneo de cabeza intenté apartar estas turbadoras cabilaciones y descendí del auto. La lluvia era débil, pero molesta, así que me ajusté el sombrero y alcé el cuello de la gabardina. Comencé a andar. Primero le daría una vuelta a la casa, para hacerme una idea aproximada de sus dimensiones y de su distribución antes de entrar.
Mis pasos crujieron en la gravilla que rodeaba a la casa. Al menos no me llenaría los mocasines de barro, pensé tratando de buscar algo positivo mientras comenzaba a rodear la casa de derecha a izquierda, dejando atrás la entrada con su pabellon de mármol y su placita, y por entre los setos faltos de cuidado.
La casa era grande, con una puerta principal y varias traseras, una pequeña explanada con gravilla en la parte trasera indicaba que era por ese lugar por el que entraba el servicio y la zona donde se realizaban las tareas domesticas.
La explanada tendria unos 30 metros, y se extendia rectangular detrás de la casa. Al final de la misma, delimitandola, un seto alto quizás cubriendo una paret de piedra, era dificil de adivinar desde aquí y una puerta de madera en el medio del seto. Más allá, solo adivinandose entre el seto una pequeña cupula que supuse debia pertenecer a una glorieta o celosia instalada en el centro de un gran jardín cerrado.
Seguí rodeando la casa, aunque cada vez que miraba al otro lado de la explanada parecia tener la puerta de madera justo delante mio.
Esa maldita lluvia incesante me estaba empapando hasta los huesos,decidí dejar mi inspección de los jardines para otro momento menos pasado por agua y me acerqué hacia la puerta trasera.una puerta de doble hoja de robusta madera de roble reforzada,que antaño sería la entrada de las caballerizas.El llamador de la puerta era una grán mano que aguantaba una esfera,era de bronce y no muy refinadamente labrado,pero hizo bien su trabajo.
Tam,tam !!.esperé un par de minutos antes de hacerlo sonar por segunda vez,y escuché con atención.En esta ocasión distinguí el sonido de unos presurosos pies detrás de la puerta.El postigo de pequeño tamaño que se utilizaba de mirilla se abrió presurosamente,emitiendo un chirrido muy desagradable.Necesitaba un poco de aceite sin duda.
_Buenas tardes señor Harris supongo...
El interlocutór era sin duda el nieto de mi cliente.Le contesté afirmativamente,al tiempo que esbozaba la mejor de mis sonrisas.
_Pase usted hombre,se está empapando con esta maldita lluvia.
Asintiendole me agarré el ala de mi sombrero haciendole un gesto de agradecimiento.Tras correr un par de cerrojos una de las hojas de la puerta me dejó paso.El nieto de George Gammel estrechó fuertemente su mano y me dijo...
Elliot Gammel,para lo que necesite,señor Harris.
Quitesé esas ropas empapadas,encendí la chimenea de la cocina,las dejaré cerca para que se le sequen.
Nos encontrabamos en un pequeño holl,no muy decorado que digamos,sin duda esta era la entrada de los criados,y apenas una roñosa alfombra descolorida y un perchero lleno de carcoma lo decoraban.Elliot me hizo una seña para que lo siguiera.Una puerta hacia la derecha de color oliva y otra hacia la izquierda,así cmo unas escaleras ascendentes eran todos los caminos posibles.Entramos por la puerta de color oliva,se trataba de la cocina del servicio,aquí se preparaban las comidas de la casa.
la chimenéa estaba encendida y Elliot dejó mi prenda colgada de un clavo cerca del hogar.A la luz de la chimenea pude distinguir a mi anfitrión con más claridad.Era un hombre no demasiado alto ni demasiado corpulento,con el pelo sucio y descuidado.Lucía unas patillas muy pobladas que escondían un poco su calaverico rostro,que además palidecía como el de un difunto.Lo que me tranquilizaba de su figura era que almenos sus ropas eran de calidad y presentaban un buen estado,de no ser así hubiese pensado que se trataba de un criado gastandome una pesada broma.
_Disculpe usted el desorden señor Harris,pero al morir mi abuelo la casa quedó deshabitada y por lo tanto los criados que la atendían dejaron de trabajar aquí.Yo hace una semana que la intento mantener lo mejor que puedo,pero es demasiado grande para mi.
Yo le sonreí y le aseguré que mi apartamento no se encontraba en mucho mejor estado,la verdad era que no le mentía.
_Tengo algo de carne para preparar esta noche.Es lo menos que le puedo ofrecer.Si quiere mientras preparo la cena usted puede familiarizarse con la oficina del sr.George.Despues de todo será su lugar de trabajo estas semanas supongo...
Suponía buen,estudiar todos los papeles del difunto George me ocuparía mucho tiempo,el trabajo se alargaría durante semanas,antes de terminar de tasar todos los bienes.Este sería Mi hogar durante unos días y mas vale que me fuese acostumbrando.
.....................( Continuar)..................... 
Siguiendo las indicaciones de señor Gammel, comencé a examinar con cierta despreocupación el despacho del finado.
El mobiliario era de calidad y sobre él, aquí y allá, se veían libros fuera de lugar, anotaciones, y material de escritura. Aunque todo estaba un poco revuelto, sin duda a causa de la precipitación con la que el difunto dejó este mundo, se podía ver que, debajo del aparente desorden, reinaba la organización de un hombre meticuloso y trabajador. Daba la sensación de que el nieto había dejado la mesa de trabajo de su abuelo tan como la abandonó su ancestro en vida.
A través de la ventana podía observar parte del jardín. Seguía lloviendo con fuerza, y no parecía que fuera a arreciar en breve. Saqué mi reloj del bolsillo y miré la hora: faltaban unos minutos para las seis. En frente del hogar había un carillón parado que marcaba las once y media pasadas. Desde niño había querido tener un reloj así, pero nunca me decidí por adquirir uno, ni podía permitírmelo en mi situación actual. Pensando en ello, fue entonces cuando me dí cuenta de que mi reloj también se había parado. Esto me produjo cierto desasosiego, pues siempre me ha gustado saber la hora que es con eficiente puntualidad.
Salí del despacho en busca del nieto, con el propósito, para otros trivial, de preguntarle la hora. Le llamé alzando levemente la voz.
"¡Señor Gammel! ¿Dónde está usted?"
Cruzando la casa, le llamé un par de veces más, casi llegando al grito. El nieto no respondía. Acabé encontrando la cocina, pero él no estaba allí. La carne que había en la despensa estaba en mal estado. Sin duda el señor Gammel había abandonado la casa, quizá en búsqueda de la prometida cena.
Viendo la ausencia del señor Gammel, me decidi a esperarle en la cocina, me senté en una antigua silla, que crujió con el peso y temí que se rompiese, pero aguanto.
Estaba absorto en mis pensamientos, sin duda me esperaban algunas semanas de duro trabajo, y esta casa me producía un extraño desasosiego, no era capaz de identificar el por que, pero en mas de una ocasión sentí un fuerte escalofrió.
Me levante de la silla y me acerque a una pequeña ventana, justo enfrente de la despensa, desde la cual se veía la explanada y al fondo aquella puerta, custodia del jardín.
Seguia lloviendo y ya comenzaban a divisarse los primeros charcos.
Comenzaba a anochecer y no veía ningún indicio de la vuelta del señor Gammel, esto avivo mi curiosidad nata y me decidí a explotar aquella casi mansión.
Con paso pesado me dirigí hacia la escalera, subí uno a uno los peldaños, que crujían con mi peso debido al mal estado de la madera, la planta de arriba era curiosamente angosta, un pasillo alargado que terminaba en un amplio ventanal daba lugar a izquierda y derecha varias habitaciones. La primera ya la conocía, era el despacho de mi difunto cliente, me asome y la encontré tal y como al deje, cosa bastante normal.
Seguí avanzando por el pasillo y a mi izquierda encontré una nueva puerta, intente abrirla y no lo conseguí, parecía estar atrancada, así que, por medio de un “suave” empujón conseguí abrirla, era una habitación, amplia, con una gran cama victoriana en el centro y una pequeña mesilla en la cabecera de la cama, aquí encontré un pequeño candelabro de plata, con una vela aun sin consumir.
Abr el primer cajón de la mesilla y encontré una llave, pequeña, de latón.
El segundo cajón estaba cerrado bajo llave, pero previsiblemente, aquella llave de latón encajaba. Al abrir el cajón rasgo el aire un chirrido que hizo que me sobresaltase, intente tranquilizarme y rebusque en el cajón, aparentemente no había nada, pero en el fondo del cajón encontré un viejo papel arrugado y roída, comencé a desplegarla y pude identificar el papel como una carta, el trazo era extraño, casi ilegible, parecía haberse hecho apresuradamente o que algo impidiese el trazado normal de las líneas, comencé a leer la misiva:
Sr. Gammel:
…………………(esta parte era ilegible) ya nos conocerá, sabe lo que queremos y que no dec
En ese momento me interrumpió un estrépito, que parecía provenir del piso inferior, guarde la carta en uno de mis bolsillos y saque mi revolver, solo por precaución.
Volví al pasillo y se repitió aquel estrépito, algo asustado comencé a bajar los escalones lo mas silenciosamente que podía, pero debido al crujir de los peldaños, no conseguí mi propósito, hasta un sordo me hubiera escuchado pensé enfadado.
Desande el camino hecho para subir al piso superior y me presente en la cocina, todo seguía igual salvo un detalle, la puerta de la izquierda, presentaba algunos leves arañazos, pero lo suficientemente extraños para llamar mi atención.
Me acerque a ella a la vez que cargaba mi revolver, respire profundamente e intente abrirla, pero no pude, estaba cerrada y bloqueada.
Acerque mi oído a la puerta e intente escuchar algún ruido al otro lado, pero en ese momento, un estrepitoso chirrido sonó a mis espaldas, lo que provoco que me girase bruscamente y apuntase con mi revolver.
El señor Gammel estaba en el umbral de la puerta, grito asustado que apartase esa pistola y avergonzado lo hice, le explique los ruidos que había escuchado y los arañazos en la puerta, el se limito a asentir y a decir:
- Escucharía el ruido que hice al entrar y, lo siento, pero esos arañazos ya se encontraban ahí cuando usted llego.
Me disgusto la nerviosa mirada que dirigió a la puerta, pero no acerte a explicar el por que...
Seguí mirando la puerta como un tonto, el Sr. Gammel aseguraba que los arañazos ya estaban en la puerta cuando entre por ella hace aproximadamente 1 hora, pero estoy seguro de que no es así, pero que ha podido causarlos y porque el Sr. Gammel mentiria respecto a un detalle tan tonto como el estado de una puerta. Si se tratara de la puerta al sotano o a una habitación secreta... pero la puerta de la cocina con el patio, es ridiculo, pense, ya vuelvo a soñar despierto, y es que este caserón aunque mi inquieta sobremanera, tengo la certeza que guarda un montón de sorpresas en su interior.
-Sin duda, deseará tomar un pequeño refrigerio, señor Harris. Me consta que el viaje ha sido largo y estará cansado y hambriento. -dijo mi anfitrión, sacándome de mi ensimismamiento.
-Acompáñeme al salón dónde podremos comer y continuar hablando sobre esta casa, por favor.
Antes de comenzar a andar, el señor Gammel lanzó una última mirada furtiva a la puerta de los arañazos, quizás pensando que yo no me había percatado.
Realmente tenía hambre pero el recuerdo de esa carne descompuesta moderó el apetito que tenía. Con mucha suerte tendría una cena decente pense.
Al llegar a la cocina lo primero que me llamó la atención es que la carne descompuesta ya no estaba en la despensa.
Nos sentamos en el comedor y el señor Gammel sirvió unas copas y empezamos a conversar de las circunstancias que rodearon la defunción del profesor. Estaba sentado frente de los ventanales y de cuando en cuando se escuchaban truenos y los relámpagos dejaban ver el jardín através de los ventanales.
...Algunas veces simplemente es mejor olvidar algunas cosas que suceden o simplemente pensar que nunca sucedieron, pero existen eventos difíciles de borrar de la mente...
Apenas fue un pequeño instante, el resplandor de un relámpago, pero estoy seguro que nunca olvidaré la terrible imagen que se grabó en mi retina para siempre.
El relámpago mostro su contorno durante unos instantes, un segundo de nitidez que paralizó mi cuerpo y mi mente. Una forma oscura parecía flotar sobre la puerta que daba acceso al jardín. No era un ave, pues más que volar parecía flotar sobre la puerta, a unos 3 metros de ésta. Y aunque quería creer que se trataba de un jirón de nube, de humo de alguna fogata cercana apagada por la lluvia, se mantenía inmóvil sobre la puerta pese al viento que movía las hojas de los árboles cercanos.
Es cierto que en mitad de la noche, iluminada sólo por el resplandor de un relámpago, es fácil que una mente cansada, como lo estaba la mía aquella noche, vea formas fantasmales. Pero más que su forma o el hecho de flotar sobre la puerta, lo que laceró mi mente de forma incurable fue la oscuridad que emanaba. Más que una criatura parecía un agujero, un agujero amorfo hacia la más absoluta negrura, y del que sobresalían horrendos tentáculos.
Sin embargo, la visión sólo duró un instante, y a la vez que decaía la iluminación producida por el relámpago, el señor Gammel cerró bruscamente las cortinas.
Achaqué esta visión a mi cansancio y mi mente esceptica pensó que se trataba de unas de esas bromas que te gastan la falta de sueño y la imaginación conjuntamente.
Yo era un tipo exceptico naturalmente,ni siquiera acudia a la iglesia de Apple Street los Domingos.Esa que estaba cerca de el quiosco donde compraba mi diario todos los dias del Señor.
El Señor Gammel y yo seguíamos hablando de cosas sin demasiada importancia,nada que me sacara de dudas sobre la muerte del profesor.La verdad esque es normal que en una primera entrevista Gammel evitara hablar de cosas demasiado trascendentes.
Bueno señor Harris,creo que es hora de que me retire,mañana tengo que hacer unas gestiones en la ciudad y quiero estar descansado,espero que me sepa disculpar.Tiene algo de whiskey en el mueble bar,lo compré pensando en usted,por si le apetecía amenizar sus horas de trabajo con un pequeño trago.No me pregunte como lo conseguí,supongo que no me denunciará por ello no?.
Mañana le dejaré algo de almuerzo preparado,yo no le podré acompañar hasta la tarde,mis asuntos me requerirán todo el día.
Buenas noches señor Harris.
Me despedí de mi anfitrión,pensando en el trabajo del dia siguiente.Tendría toda esta noche y casi todo el día de mañana para curiosear en el estudio del difunto profesor George.Tenía ganas de revisar todos los papeles,para intentar encontrar algun trapo sucio en las cuentas del profesor.En muchas ocasiones,las mejores familias de la costa este,tenían mas trapos sucios que la mafia siciliana.
Pensé que nada mejor para terminar la noche que tomar un trago de ese Whiskey que me había conseguido Gammel.Verdaderamente era un tanto dificil comparlo,esta maldita ley,nos tenía mas secos que el desierto del Sahara.
Ahora que estaba solo era el momento de terminar de leer esa carta que había encontrado en lo que supongo fuera la habitación de George Gammel.
Desplegué el manuscrito ansiosamente,y comencé su lectura...
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Sr. Gammel:
…………………(esta parte era ilegible) ya nos conocerá, sabe lo que queremos y que no dec (borrón de tinta)ted tiene en su poder un manuscrito que nos pertenece y queremos recuperar.
Sepa que estamos dispuestos a cualquier cosa por el,y que sabemos que está en su poder.Por otro lado una cosa mas que añadir.
Puede que su ignorancia desencadene algo que se escapa a su control profesor,por su bien no juegue con cosas que no comprende.
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La carta la firmaba un extraño sello de color naranja,que rezaba...orden del millar de hijos de la madre negra.
La verdad esque la carta consiguió inquieterme notablemente,mis piernas temblaban y los pelos de mi cogote se me erizaron.
Fuera lo que fuera que poseía el profesor,despertaba el interes de unas gentes que estaban dispuestas a cualquier cosa por recuperarlo.
