Iniciar sesión

Almas de escritor

Tema 70 rescatado del foro de Cthulhu en Inforol.


Ward

Vie Ene 25, 2002 3:58 pm

Fuenas. A ver, como todos disponemos de un montón de tiempo libre y no sabemos qué hacer con él propongo una idea. ¿Qué tal si abrimos un topic o le pedimos a xavi una sección de relatos en la cual la gente pueda narrar escenas de partidas, relatos completos, ideas sueltas para crear sesiones, o lo que apetezca? Algo así como un cajón desastre literario cthulhoideo

¿Qué os parece?

Celaeno

Vie Ene 25, 2002 4:08 pm

A mi me parece bien, y bueno ya q esta creado este grupo de mensajes ¿pq no aqui?.

Ward

Vie Ene 25, 2002 4:33 pm

Vale. Por mí bien.

Enga, empiezo con una narración (no es muy buena, pero no seais muy duros) que mandé más o menos por noviembre a dragonmania (de infausto recuerdo ) y que publicaron hace cuatro días más o menos. A ver qué os parece y espero que os de alguna idea para una partida. ¡Qué nervios, qué nervios!

Esto sucedió en una partida a La Llamada de Cthulhu, en la cual una amiga íntima de una de los personajes había desaparecido sin dejar rastro, con la única pista de una carta recibida minutos antes de que saliese de casa apresuradamente y cogiese un carruaje que llevaba merodeando la casa toda la mañana. El escenario era Londres, en 1879.

Tras varias gestiones, más o menos complicadas, a lo Sherlock Holmes, la amiga de la desaparecida llegó a la conclusión de que tenía que hablar con el doctor Sheppard (un conocido y respetado profesor de la facultad de medicina de la universidad de Londres) ya que, excepto en la casa, fue la última persona que la había visto. Había sido en la ópera, en la representación de Tannhäuser, la noche anterior, y habían compartido palco. Así es que la jugadora decidió que su personaje iría a la universidad para ver si se podía entrevistar con él. Desgraciadamente no estaba allí, y no sabían dónde podía encontrarse. Por fín, por una coincidencia, se enteró de que tenía alquilada una casa en uno de los barrios periféricos, pasado el río, cerca de los astilleros. Cuando llegó allí, se encontró con una casa desvencijada, antigua y completamente descuidada. Las ventanas estaban bloqueadas mediante tableros, puesto que los cristales estaban rotos. Con un cierto temor puesto que no eran estos lugares adecuados para una señorita, se acercó a la puerta y llamó. Nadie respondió. Probó una segunda vez, y un hombre alto, con barba blanca y unas tremendas ojeras le recibió:

-¿Qué desea, señorita?

-¿Es usted el doctor Sheppard?

El hombre hizo un gesto para que pasase. Tal vez fueron imaginaciones suyas, pero parecía no estar complacido con la visita.

-Pase, señorita.

Pasaron a una pequeña salita casi completamente a oscuras, ya que, como había dicho antes, las ventanas estaban casi cubiertas y la tarde estaba cayendo en la neblinosa Londres.

-Siento el desorden, pero este sitio es donde me refugio para estudiar y no ser molestado, no para pasar un rato confortable.

En efecto, todo estaba desordenado. Había una mesa camilla con un mantel raido, y sobre ella un jarrón cubierto de polvo. La alfombra del suelo estaba rota por multitud de sitios, y a la pequeña lámpara del techo le faltaban dos brazos. Las paredes estaban desnudas por completo. Pero no era el desorden lo que llamaba la atención, sino el hecho de que parecía que nada de lo que estaba allí hubiese sido utilizado en años. Incluso se podían ver huellas sobre el polvo de la alfombra.

-No importa, doctor.

-Aguarde un momento, por favor.

Y dicho esto, desapareció por una puerta que hasta entonces estaba oculta en un rincón ensombrecido por las tinieblas de la sala y, al rato, volvió con un par de sillas.

-Siéntese, por favor, y dígame qué desea de mí. Y le rogaría que fuese breve, soy un hombre muy ocupado.

-Por supuesto, doctor Sheppard. ¿Usted conoce a la señora Garland?

El doctor vaciló y observó el rostro de la mujer, como si tantease cuál sería el impacto de su respuesta.

-Mmmm, sí, la conocía de vista.

-Según me han dicho, usted la acompañó en el palco en la representación de Tannhäuser en el Royal Opera House.

-Sí, efectivamente, la acompañé. ¿Ha sucedido algo?

-Verá, doctor, ha desaparecido ¿no ha leído los periódicos?

-Me temo que no, cuando investigo me aislo por completo del mundo exterior. ¡Pobre niña!. ¡Qué le habrá sucedido!

-Eso es lo que trato de averiguar, doctor.

El científico se revolvió en su silla, sorprendido e indignado.

-¿Qué quiere eso decir?

-No le estoy acusando de nada, doctor, sólo quiero saber si usted vió algo extraño en ella o si notó algo raro esa noche.

-No, no noté nada. - respondió secamente- Todo fue completamente normal.

Súbitamente, un ruido sordo, como si algo pesado se cayese al suelo, estremeció el habitáculo. De un salto, el doctor salió por la puerta sin decir ni palabra. Se escucharon unos pasos, el chirrido de una puerta al abrirse, unos golpes secos, el portazo al cerrar, y pasos de nuevo. También, pero seguramente se trataba de imaginaciones de la azorada mujer, pareció oirse un lamento lejano. En unos segundos, Sheppard apareció en la oscura sala otra vez y tomó asiento.

-Disculpe la molestia, continúe.

La puerta había quedado abierta esta vez, y al otro lado la mujer creyó ver unos ojos que la escrutaban. Comenzó a sentirse incómoda y un tanto nerviosa, pero trató de disimularlo.

-Verá, es que la señorita Garland dejó su casa en un carruaje. Dicho carruaje pasó por aquí en su camino tras cruzar el puente.

-¿Y eso qué diablos quiere decir? - respondió claramente molesto ahora el doctor- decenas de carruajes pasan por aquí.

-Pero éste se estrelló al otro lado de Hyde Park, a escasos doscientos metros de esta casa.

-¡Señorita! ¡Eso es una coincidencia!

-No, no, tan sólo me preguntaba si usted tal vez escuchó…

-¡Yo no escuché nada! ¡Ni vi nada!. Es más, ni tan siquiera estaba aquí aquel día. Y me parece una falta de respeto por su parte acudir a mi propia casa con semejantes ...

-Pero, doctor ¿cómo sabe cuándo ocurrió, si no sabía que había...?

El doctor pegó un respingo en su asiento, y la mujer no pudo acabar de decir la frase, al darse cuenta que el descubrir su juego de un modo tan claro se ponía a sí misma en un grave peligro. El doctor bajó la cabeza, se quedó un rato en silencio, unos segundos en los cuales las sombras parecían más amenazadoras y el silencio más opresivo, como si un manto de hostilidad descendiese sobre la habitación, y luego se dirigió a la mujer, con una sonrisa malévola en el rostro y una mirada vidriosa, como la de un desquiciado.

-Está bien, ¿Quiere ver a su amiga, señorita? ¡Pues ahora la verá!

De tras la puerta, salió un hombretón, posiblemente un trabajador de los astilleros. La mujer trató de salir corriendo, pero el hombre fue más rápido y la agarró por el brazo antes de que llegara a la puerta. De un tirón, la alejó de ella, y la introdujo por la puerta del fondo, por la que saliera antes el doctor.

-¿Quería saber, señorita? ¿Quería ver? ¡Pues ahora sabrá y verá todo lo que deseaba!

A empujones, atravesaron rápidamente un pasillo, y llegaron a unas escaleras hacia un sótano. Al final de ellas, una trampilla de madera podrida y carcomida. Aunque no estaba abierta, se podía percibir ya el olor a cerrado y a húmedo propio de un calabozo. Sin que la mujer pudiese hacer nada por evitarlo, fue arrojada al sótano, cayendo por una escalera hasta el fondo completamente oscuro. Escuchó cómo la puerta se cerraba tras de ella, y una risa desencajada y cruel que surgía de detrás. Después, silencio. O hubiese sido mejor el silencio, porque algo parecía arrastrarse a escasos tres metros de ella.

Había un hedor terrible a descomposición, y a humedad. Sintió en sus pies que el suelo estaba cubierto de paja seca y tanteando notó que las paredes eran de piedra fría y resbaladiza. Escuchó entonces un gemido. Idéntico al que escuchara anteriormente. La mujer estaba ahora aterrada. Las manos le temblaban, y comenzó a sudar. El susurro se acrecentó, y escuchó también un sonido parecido al de un animal olisqueando algo. A ella. No pudo reprimir un grito de terror. Parecía que lo que fuese que había ahí dentro se le acercaba. El susurro volvió a repetirse, ésta vez más alto. Notó cómo algo se movía en las tinieblas, y levantaba una corriente de aire frío y fétido. Se sobresaltó, y volvió a gritar.

Al borde del enajenamiento, buscó con las manos temblorosas en su bolso. El susurro se hizo más alto aún, y lo que fuese que se arrastraba se acercó a ella. Un hedor insoportable le golpeó en la cara. Varias cosas del interior del bolso cayeron al suelo, pero pudo por fin encontrar unas cerillas. El murmullo fue esta vez casi un grito, ininteligible pero articulado. De un golpe, encendió un fóstoro, esperando de ese modo asustar a quienquiera que hubiese en ese agujero. Lo que vió hizo que perdiese las fuerzas por completo, y que casi enloqueciese. Por el suelo habían desperdigados varios huesos, roídos a medias, algunos aún con fragmentos de carne. Incluso le pareció ver donde la llama cedía, entre las penumbras, una calavera humana; pero lo que más le sobrecogió fue la silueta de lo que estaba frente a ella, a unos centímetros tan sólo.

La silueta de lo que en otro tiempo fue una mujer. Se trataba de un ser vestido con ropajes lujosos, que ahora eran poco menos que harapos sucios de sangre y tierra. En sus brazos se podían ver distintas cicatrices, y marcas de suturas que casi cruzaban toda su longitud. En una de las manos, llevaba un hueso aún no apurado completamente, con restos de carne. Pero lo peor era el rostro: completamente cubierto de suturas, como si estuviese formado de parches. Inacabado, terrorífico. La máscara de la demencia más aterradora. Pero, sin embargo, la reconoció. Era su antigua amiga, Lady Garland. Los labios blancos y secos se separaron, mientras los ojos vidriosos se clavaban en los de la mujer, y emitió otra vez ese murmullo, pero que ahora era in grito desencajado y pavoroso.

-Aaa..aayudameeee…

El ser acercó una mano a la cara de la mujer, pero ésta ya no podía resistir. Su cordura había cedido. La cerilla, la caja completa, calló al suelo. En unos segundos, en los que el delirio, la confusión y el pánico parecieron dominar todo, el sótano comenzó a arder, y eso es todo lo que vió, antes de que el rostro de un bombero apareciese frente a ella, sacándola de una pesadilla de la que no esperaba despertar…

En fin, a ver qué os parece. Un saludo a todos.

Morton

Lun Ene 28, 2002 10:50 am

Mas, mas, mas, mas queremos maaaaaaaas.

Mu buena, a pesar del bonito final. A mi sinceramente me gustan los finales que acaban en desastre. Podria haberse quemado con todas esas peligrosas cerillas.

La idea es cojonuda.

Ya veré si encuentro algo, perome llevará algun tiempo.

Ward

Mar Ene 29, 2002 7:41 pm

Chas grasias, majete

Me alegra que te haya gustado. Respecto a lo de hacer que el personaje terminase como el churrasco, casi como que no, porque era la primera sesión y claro... no quedaba estético.

Bueno, cuando me acuerde de otra o me venga a la cabeza alguna idea interesante, mando otro relatillo.



Creado por Inforoleros
© de sus respectivos autores.

No hay opiniones


Nueva opinión



Twittear
Almas de escritor
Creado por Inforoleros
© de sus respectivos autores.

Creado 25-01-2002
Modificado 29-01-2002

Invocado 1497 veces.

Etiquetas
Narraciones ●●

Índice
Ward
Vie Ene 25, 2002 3:58 pm

Celaeno
Vie Ene 25, 2002 4:08 pm

Ward
Vie Ene 25, 2002 4:33 pm

Morton
Lun Ene 28, 2002 10:50 am

Ward
Mar Ene 29, 2002 7:41 pm
En Leyenda.net
Te pueden interesar...
1er Concurso de Minirrelatos de los Mitos
Relatos presentados al concurso
Relato de Cthulhu Interactivo

Navegación

Últimos mensajes Feed
Hoy a las 00:41: Mensaje de Rosenmaurer en Las brujerías de Aphlar y otras fantasías lovecraftianas (sección de Biblioteca)

Ayer a las 22:09: Mensaje de Ramsey en Plan de publicación de Edge Entertainment (foro de Mitos de Cthulhu)

Ayer a las 20:17: Mensaje de Rosenmaurer en Llegan las nuevas novelas de Arkham Horror (sección de Noticias)

Ayer a las 19:50: Mensaje de Rosenmaurer en Bienvenidos a Leyenda.net (foro de Leyenda.net)

Ayer a las 19:40: Rosenmaurer ha actualizado su Perfil