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¡Que viene el lobo!

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Buscaglia
03-11-2012 12:06

1117 mensajes

Un cordial saludo.

En los mitos la licantropía apenas si ocupa lugar (que yo sepa). Así que quizá no sea este el mejor lugar para reflexionar sobre hombres-(o mujeres) lobo. No obstante, inicio el hilo. Si no es pertinente ya me lo comunicareis.

¡Qué viene el lobo! El monstruo de Gévaudan

"En octubre de 2001 se estrenaba en el Festival de Cine Fantástico y de Terror de San Sebastián “El Pacto de los lobos”. En esta película, el director Christope Gans y el inexpresivo actor Mark Dacascos – que ya habían colaborado en la espléndida adaptación del manga “Crying Freeman” – recuperan un sorprendente episodio acontecido en la Francia del XVIII: el horror desatado durante tres años por una extraña bestia en la región de Gévaudan.

Lo cierto es que – a nuestro entender - la película no alcanzaba a reflejar lo excepcional del caso y su hipótesis sobre el origen del monstruo resultaba poco verosímil. Vamos a acercarnos a estos hechos históricos, aún a sabiendas de que las mismas fuentes primarias que recogen la cuestión están viciadas debido a la superstición, la subjetividad e incluso las presiones políticas.

Lobos y hombre-lobos

Dicen los zoólogos que la antropofagia no tiene nada de específico en el lobo y que se la puede considerar como algo accidental o relacionado con circunstancias excepcionales, como la escasez de las presas habituales debido a un riguroso invierno. Aún así, los ataques de lobos a humanos no han quedado circunscritos a desolados y lejanos paisajes siberianos o canadienses. Un lobo común, entre 40 y 80 kilogramos, es obviamente capaz de matar a una persona adulta. Tanto más una manada.

El “Diario de un burgués de París”, crónica anónima del siglo XV, relata los destrozos que los lobos causaban en la misma capital. La guerra de los Cien Años había sembrado el país de ruinas, desolación y hambre y las fieras asediaban París: "En aquel tiempo, los lobos estaban tan hambrientos que penetraban de noche en las moradas lujosas, causando múltiples destrozos, a menudo incluso cruzaban a nado el Sena y otros ríos. En los cementerios que estaban en el campo, tan pronto como habían sido enterrados los cadáveres, acudían de noche para desenterrarlos y comérselos. En varios lugares atacaban a las mujeres y a los niños. Los lobos acudían a París todas las noches y con frecuencia eran atrapados tres o cuatro de una vez, que luego eran paseados por toda la ciudad, en tanto que los cazadores recibían una fuerte recompensa (...) Una noche los lobos devoraron a un niño en la Plaza de los Gatos, detrás de los Inocentes. En aquella época, especialmente cuando el Rey vino a París, los lobos estaban tan poseídos por la furia de comer carne humana que en la última semana de septiembre degollaron y devoraron a catorce personas, adultos y niños, entre Montmartre y la puerta de San Antonio. Y si se tropezaban con un rebaño, acometían al pastor y dejaban a los animales. Asimismo, el decimosexto día de septiembre los lobos aparecieron de pronto y estrangularon a cuatro amas de casa y el viernes siguiente persiguieron a diecisiete en las afueras de París, once de las cuales sucumbieron a sus mordiscos".

Pese a ser el más poderoso y poblado reino europeo, con unas densidades de 40 habitantes por Km2, el lobo siguió campando por Francia las centurias siguientes. Todavía en 1693 el señor de Mirosmeil escribía a Luis XIV acerca de la situación en Tourena y Anjou: "Desde hace tres meses, los lobos han degollado a más de setenta personas y herido a otras tantas... El asunto es tan grave que en estas regiones ya no hay quien quiera cuidar al ganado en los pastizales". Cabe preguntarse sobre la veracidad de estos datos, sobre si el peligro no sería desorbitado por la imaginación popular y si el lobo no era un “chivo expiatorio” al que adjudicar los crímenes sangrientos. A fin de cuentas se tenía la seguridad de su silencio.

El estado intentaba combatir los estragos de estos depredadores y la familia real daba ejemplo. Dicen que el mismo Delfín llegó a perseguir un lobo desde el bosque de Fontainebleau hasta las cercanías de Rennes, a 300 kilómetros de distancia, teniendo que cambiar de caballo decenas de veces.

En los reinos hispanos el lobo causaba destrozos en estrecha relación con la densidad de población. Así, en Navarra, donde sólo habitaban unas 150.000 personas, este cánido estaba tan presente que en 1652 hubo que crear un impuesto para pagar a los loberos. En Guipúzcoa, con una elevada densidad (50 habitantes por Km2), el lobo era más escaso. El ayuntamiento de Ordicia entre 1579 y 1608 pagó premios por matar a 19 osos y 1 tigre, pero sólo 7 lobos. El peligro de este cánido era mucho mayor cuando el animal padecía la rabia. Entre el 8 y el 12 de septiembre de 1717 un lobo rabioso mató a cuatro personas en la pequeña localidad de Amézqueta. El problema era tal que existía un puesto municipal, el “saludador”, cuya función consistía en extraer la rabia de las personas mordidas. Curaba chupando la herida mientras invocaba a la Santísima Trinidad.

Además del lobo real, estaban los lobos ficticios. Los siquiatras utilizan el término “licantropía” para definir una enfermedad mental en la que el paciente se cree transformado en lobo. Este animal ha fascinado al hombre desde el inicio de la historia, como bien muestra la misma onomástica: López, Ochoa, Wolf, Luppi, Loupin... La idea del licántropo presenta profundísimas raíces: la antiquísima creencia en los hombres-lobo y en la existencia de sociedades secretas cuyos ritos de iniciación incluyen el canibalismo.

El primer hombre-lobo conocido fue Lycaon, rey de Arcadia, transformado en esa bestia por haber ofrecido un sacrificio humano a Júpiter o, según otros, por haber intentado asesinar al mismo dios. ¡Hace tanto que los hechos no están claros! Lo realmente terrorífico es que parece que el mito tenía una base cierta: los sacrificios humanos que se celebraban en la Arcadia en honor a Zeus Liceo y que culminaban con una omofagia, donde cada participante devoraba un trozo de la víctima. La creencia en los hombres-lobo aparece ya en escritores grecolatinos, pero sobre todo en el folklore de los países que recibieron la influencia celta: Galicia, Normandía, Gales... Como tema literario, hasta Cervantes lo utilizó. Durante la Edad Media, la licantropía no se consideraba una tara, sino un privilegio que permitía a hombres y mujeres convertirse en seres invulnerables, que hablaban y conservan su raciocinio y albedrío, cazando por lo general corderos ajenos y cocinándolos para su familia.

Pero el caso es que la opinión popular fue cambiando y desde el Renacimiento, los "werwolf", los "loup-garou", los "lupo-manaro" o nuestros locales "loboshome" han atormentado a los campesinos desde las Columnas de Hércules hasta Japón. Tan divulgada llegó a estar la creencia que el demonólogo Bodin dudaba de la existencia de los auténticos lobos: para él estos cuadrúpedos eran humanos con un infame pacto con el Diablo...".

Aquí no pongo "continuará" a la espera de que me señaleis si lo hago o no.

Varghar
03-11-2012 14:13

2054 mensajes
↕ 2 horas ↕

Tu sigue, hombre! Eeeeste post me gusta especialmente....

Buscaglia
03-11-2012 20:27

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↕ 6 horas ↕
Tal como dijo Varghar:

Tu sigue, hombre! Eeeeste post me gusta especialmente....

La verdad es que no tiene mucho que ver con los mitos, salvo que también es género de terror. Mañana incluyo la siguiente entrega.

Buscaglia
04-11-2012 10:50

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↕ 14 horas ↕

Seguimos...

"Incluso autores menos crédulos consideraban que "los sentidos internos de los hechiceros resultan transformados por la excitación de los ungüentos y pociones de suerte que se creen auténticamente animales y, por esta causa, con el vientre hacia abajo, a la manera de bestias, caminan a cuatro patas, utilizando las manos como si fueran pies". Las brujas también eran transformadas por el Diablo en forma de lobo de humo, pudiendo desplazarse por los aires de ese guisa.

Según los tratadistas, un humano se puede transformar en lobo mediante un pacto con Satanás, que le proporcionará el ungüento mágico. También puede lograrse tras aparearse con un súcubo (demonio hembra) quien, si queda contenta, le regalará un cinturón mágico. A veces el hombre lobo es fruto de los amores contra natura de una mujer con elfos, gnomos o genios. Otras veces es el séptimo hijo varón de una familia decente de lo más normal. O procede de una criatura abandonada por sus padres en el bosque y amamantada por una loba. Y, por supuesto, se llega a hombre o mujer-lobo por contagio: quien sobrevive a uno de sus ataques, si es herido, se transformará a su vez.

Cuando el hombre-lobo quiere recuperar la forma humana no le basta esperar que se retire la luna. Algunos, los menos, pueden desprenderse de la piel a voluntad. Pero la mayoría deben revolcarse en el rocío, oír su nombre tres veces, derramar tres gotas de sangre, ser herido de tres puñaladas, pedir a un amigo que haga la señal de la cruz... Un método infalible, aunque algo engorroso, consiste en permanecer arrodillado durante cien años. Engorrosa, también, la forma de matarlos: una bala hecha con médula de anciano y fundida en plata obtenida en herencia.

Los magistrados que durante el siglo XVI y XVII juzgaron casos de licantropía sólo se mostraban escépticos con relación a la metamorfosis. En los sumarios consignan la existencia de seguidores del diablo, untados con ungüentos y bajo una piel de lobo, sin auténtico cambio de sustancia o de naturaleza, que recorren los campos degollando niños y ovejas. Sus desmanes podían diferenciarse de los de los animales porque desnudaban a sus víctimas y las mataban a cuchilladas o con piedras. En Suiza, a inicios del XVI se produjo uno de los casos más famosos: el de las “brujas de Crissier”, un pueblo cerca de Lausana. Allí cinco mujeres-lobas fueron acusadas de haber raptado un niño y, recuperada su forma humana, hervirlo en un caldero y comérselo. Todas fueron quemadas en la hoguera. Hasta el siglo XIX se llevaron a juicio personas acusadas de convertirse en lobo. Todavía en 1925 en Uttenheim (Alemania) un guardia rural fue acusado de haber matado a un niño que tenía la facultad de adoptar forma lobuna.

El monstruo de Gévaudan

La historia más sorprendente de lobos antropófagos – u hombres-lobo – sucedió durante el Siglo de las Luces, sólo veinticinco años antes de la Revolución que iba a cambiar el mundo.

Nadie supo de donde vino, pero un extraño ser se estableció en los alrededores de Gévaudan. Una región montañosa de duro clima, en el departamento de Lozère, al sur de la Auvernia, entre el Alto Loira y el Cantal. Una meseta cubierta de bosques y landas a más de 1.000 metros, dominada por cerros de 1.500 metros. Allí el invierno comienza en noviembre y dura hasta mayo. Un montero describía así la zona: "La región es horrible. La comida atroz. El tiempo espantoso. Lluvia, nieve, granizo, viento, polvo... No vengáis jamás a Gévaudan. Terreno abrupto, accidentado, imposible". Un país pobre y mal integrado en el reino, dedicado a la ganadería y que se iba despoblando desde la Edad media. Una zona de hugonotes obligados a abjurar.

Los hechos comienzan en junio de 1764, cuando una pastora de Langogne es atacada por la fiera. Los perros se acobardan y huyen, pero las vacas la defienden y salvan su vida. La primera víctima mortal ocurre el 30 de junio, otra pastora de Saint-Etienne-de-Lugadarès. Los ataques se suceden en los bosques, los campos y los pasos de montaña. Una joven de Puy-Laurent y un muchacho de Chaylard-Levesque son devorados en agosto. En septiembre, el monstruo mata a una mujer y a un chiquillo.

Durante el otoño, con el mal tiempo y la escasez de presas, los ataques se multiplican y el número de víctimas aumenta inexorable. Los cuerpos quedan tan horriblemente mutilados que se les reconoce por los jirones de la ropa. La fiera sólo come las entrañas, el cuero cabelludo y bebe la sangre de sus víctimas. Los pobres campesinos, aun presas del pánico, no pueden abandonar los campos y pastos, so pena de perecer de hambre. Se arman fabricando picas atando sus cuchillos a varas de madera y siguen saliendo a trabajar.

El horrible asunto salta a la luz pública el 15 de noviembre de 1764, cuando el Correo de Aviñón informa de un extraño animal que siembra el terror en Gévaudan, El 23 de noviembre el principal periódico galo, la Gazette de France difunde la noticia: "Una bestia feroz ha devorado ya a una veintena de personas, sobre todo niños y jovencitas... Sólo hace ocho días que ha podido ser vista de cerca... El feroz animal es mucho más alto que un lobo y camina encorvado. Sus patas están armadas de garras. Tiene el pelaje rojizo, la cabeza muy gruesa, larga y terminada en un hocico de lebrel, las orejas pequeñas y rectas como cuernos, un pecho ancho y grisáceo, el lomo listado de negro, una boca enorme con unos dientes tan afilados que ha cortado varias cabezas como podría hacerlo una navaja de afeitar. Tiene el paso bastante lento, pero corre a saltos. Y cuando lo hace resulta de una agilidad y de una rapidez sorprendente. En un intervalo de tiempo cortísimo se le ve a dos o tres leguas de distancia. Se aproxima a su presa arrastrándose y en estos momentos su tamaño no parece superar al de un zorro. A tres o cuatro metros de distancia se alza sobre sus patas traseras y se lanza sobre su presa a la que aferra siempre por el cuello, por la nuca o por el costado. Sin embargo, teme a los bueyes, que lo ponen en fuga".

Una segunda descripción afirmaba que era casi tan grande como una vaca, con una enorme cabeza, un rojizo hocico largo y puntiagudo, pelaje gris claro con el pecho blanco y una raya negra a lo largo del lomo y garras afiladas como navajas.

O el plumilla y los testigos le habían echado mucha imaginación a la descripción o se trataba de una especie desconocida. Real o imaginaria, cuando la noticia apareció en la Gazette se convirtió en un asunto de índole nacional. Los científicos discuten: ¿Se trata de un gran lobo venido de los Alpes? ¿Una hiena, un oso, un enorme mono, un híbrido...? Al final, se deciden por lo más fácil: Es un animal desconocido.

Los nobles, los defensores de la sociedad según la rígida doctrina estamental del Antiguo Régimen, toman cartas en el asunto. El conde de Morangiès, el marqués de Apcher y Monseñor de la Chaumette inician la cacería. Comienzan a llegar caballeros de toda Francia y de diversos países europeos. Sueltan sus jaurías y monteros, que cazan gran cantidad de lobos, pero el monstruo no está entre ellos. Los campesinos continúan sufriendo los embates de la bestia y piden que se les repartan fusiles. En noviembre la monarquía se decide a actuar porque las andanzas del monstruo la ridiculizan frente a sus enemigos ingleses y prusianos. Una gacetilla londinense anuncia jocosamente que una tropa de 120.000 franceses ha sido derrotada por la fiera. Cuatro compañías de un regimiento de dragones al mando del capitán Hamel se instalan en Saint-Chély-d´Apcher. Los paisanos, pese a la más que explicable suspicacia de los campesinos ante la soldadesca, colaboran en las batidas. Los Estados Generales del Languedoc, el obispo de Mende y Versalles prometen 10.000 libras a quien abata al monstruo. Pero la bestia parece haberse desvanecido hasta que reaparece de forma sangrienta a finales de mes. Tras ello, una nueva ausencia hasta el 23 de diciembre, en que los dragones la rodean. Sorprendentemente, rompe el cerco de la caballería y logra zafarse."

Continuará...

Buscaglia
06-11-2012 18:06

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Y continuamos...

"Las muertes continúan. El 21 de enero se produce un encuentro memorable. La bestia ataca a un grupo de cinco niños y dos niñas, todos menores de 12 años, que guardan un rebaño. Armados con improvisadas picas, en un combate desesperado logran rechazar a la fiera, a costa de una mejilla y un labio perdidos. El mismo Rey les concede una pensión de 2.100 libras.

En febrero las batidas movilizan a 20.000 campesinos de 73 parroquias, la nobleza local y el regimiento de dragones. La población civil tiene pánico. La bestia parece dotada de poderes sobrenaturales y ataca la misma noche en puntos distantes 12 leguas. Su velocidad y su fuerza son superiores a las de todos los animales conocidos. Los aldeanos no se atreven a entrar en los bosques para conseguir leña y los pastores temen sacar su ganado a pastar. Una joven, aterrorizada, se niega a ir a ordeñar las vacas. Sus padres la obligan y la fiera la devora. Se teme que estalle un motín contra las inoperantes autoridades, que cobran diezmos y tasas, pero no logran asegurar la vida del tercer estado. No pesan sólo las muertes directas por el lobo, también las causadas por el abandono de las tareas agrícolas y la pérdida de cosechas por las batidas. En Versalles, el ministro Saint Florentin destituye a Hamel y llama a un aristócrata normando, el señor de Enneval, montero mayor del rey, para que se encargue de cazar al asesino. Se dice que el noble ha matado 1.270 lobos. Enneval se instala con su hijo y sus hombres en Malzieu. Su actuación puede seguirse pormenorizadamente a través de las cartas que envió regularmente a Fontaine, responsable de Ríos y Bosques del Alençon. Enneval cree vérselas con un lobo de gran tamaño o puede que con una manada entera que se ha acostumbrado a alimentarse de humanos.

El 4 de abril la batida avista al monstruo, que logra evitar la acometida de la jauría. Nuevo avistamiento el 21, pero la fiera elude el contacto. Las batidas del 22 y del 30 no obtienen ningún resultado. Sin embargo, el monstruo actúa más que nunca. No pasa semana en que no ataque a una o dos personas, a veces el mismo día. Se producen escenas de histerismo cuando se obliga a los familiares de las víctimas a dejar los cadáveres insepultos, tras rellenarlos con arsénico, esperando que el asesino vuelva a devorarlos. Pero al monstruo sólo le gusta la carne fresca.

El terror y la desesperación han conseguido que se olvide el mismo respeto a los muertos y las reglas religiosas. Los supervivientes susurran sobre un animal que habla, que hace muecas, que se muestra alegre fingiendo no tener maldad, que visita las casas de sus futuras víctimas y que asiste, desde las ventanas, a los sollozos de los parientes de sus presas.

El 1 de mayo parece que un exceso de confianza va a perder a la fiera. Se acerca al castillo de la Chomette. Allí acecha a la búsqueda de una presa. Martel, el señor de la propiedad, lo descubre sentado sobre sus cuartos traseros vigilando a un joven vaquero que conduce a unas reses. Martel y su hermano cura toman dos fusiles y se precipitan en su busca. Ambos son buenos tiradores. Al verlos, el cuadrúpedo huye al paso, sin miedo. El cura le dispara una descarga con tres balas a 52 pasos de distancia y la fiera da un traspié. Martel dispara a su vez y la fiera cae. Pero se levanta y escapa renqueando. Los campesinos siguen su rastro de sangre pero, quizá asustados, lo pierden entre la nieve y el granizo. Los Enneval baten la zona durante el resto del día. Matan una loba en estado de gravidez, pero no la pieza codiciada.

El 6 de mayo, un nuevo encuentro. La Fayette, un noble de Auvernia, descubre y alcanza de un disparo al lobo. La jauría le ataca para rematarlo, pero la fiera se revuelve y los perros huyen. Otro avistamiento a finales de mes y el monstruo es herido de nuevo. Enneval empieza a dudar que se trate realmente de un lobo. Lleva una vida cazándolos y la bestia a la que se enfrentan parece algo totalmente distinto. Tiene ya plomo en su interior para haber muerto seis veces. El noble intenta otras estrategias para destruirlo. Restringe su territorio de caza rodeando parte de la región, abandona las grandes batidas que espantan a la fiera en favor de pequeños grupos escogidos. Pero no hay resultados. Surgen las quejas y los arribistas. El subdelegado Lafont reclama un regimiento de infantería, cuyo mando pretende asumir. El conde de Morangiès pide que se forme una milicia armando a los campesinos de la región. La respuesta de Versalles es sustituir a Enneval.

Su sucesor llega en junio. Se trata del arcabucero mayor del rey, Antoine de Beauterne. Se instala con su séquito de elegantes cortesanos en el castillo de Besset. Reciben el apoyo de los ojeadores y jaurías del conde de Tournon. Durante los tres meses de verano se suceden las monterías. Pero es en vano. Y el monstruo sigue matando. De sus piezas sólo se salva Marie Jean Vallet, una criada de 20 años, que tiene la presencia de ánimo para defenderse con un cuchillo atado a un asta y logra herirlo, al parecer de muerte. Durante unas semanas los ataques cesan, pero el monstruo se recupera y reanuda su macabra actividad. La masiva presencia de cazadores cerca a la fiera en un triángulo delimitado por los montes Chauvet, Grand y Mouchet, pero no logra nada más.

¡Por fin la gran noticia! El monstruo ha sido muerto. Lo han abatido el conde de Tournon y Rainchart, el sobrino de Beauterne, en las afueras de Saint-Flour. Tournon se presenta con la pata del animal adornando su sombrero. Pero los restos parecen los de un lobo normal. Y, en efecto, la fiera sigue matando. Cada vez es mayor la rabia de los campesinos, exasperados por la actitud de suficiencia de unos cortesanos que nada solucionan. Y pronto llegará el duro invierno. ¿Quién entrará en el bosque por leña? Beauterne está superado y pide ayuda a Versalles. Quiere caballería y más perros. El 18 de septiembre, se acerca inexorable el frío, recibe doce enormes perros lobos. Se rumorea que los aristócratas no quieren sufrir el invierno de la región. El 21 se difunde la buena nueva. ¡El mismo Beauterne ha matado al lobo! A tres leguas de Besset el grupo que mandaba se ha topado de frente con él, en un sendero. El Arcabucero Mayor le ha largado una descarga de cinco cartuchos del pólvora, treinta y cinco postas para lobos y una bala de calibre. El monstruo ha sido herido en el ojo y Rainchart lo ha rematado. La “Gaceta Real” comenta el hecho. Problema solucionado. Se envía el enorme lobo a Clermont y después a la Corte. Es momento para volver a la normalidad.

Sin embargo, algunos desconfían. Dicen que el lugar donde Beauterne afirma haber matado al monstruo no está a tres leguas de Besset, sino a 12 horas de difícil viaje. Además, ¿qué hacia el monstruo parado en un sendero delante de un grupo de jinetes? ¿No los olió, nos los oyó, no los vio venir? ¿No es mucha casualidad que el mismo Beauterne se cobrase la pieza? Y finalmente, ¿cómo es posible que un arma tan pesadamente cargada no explotase al disparar? La autopsia del cadáver en París sólo muestra un gran lobo de 130 libras, viejo y desdentado. Además, parece que los animales abatidos no han sido uno, sino una pareja. ¿No era el monstruo un depredador solitario? Los habitantes de Gévaudan desconfían de que realmente todo haya acabado.

Pero oficialmente el monstruo está muerto y los periódicos no hablan más del caso. No puede dejarse a Beauterne como un mentiroso desde el momento en que ha sido recibido por su victoria en la Corte. Luis XV lo ha premiado e incluso ha concedido el mando de una compañía de caballería a su hijo. Durante 10 años el noble exhibirá previo pago el cadáver del lobo. Ha habido algún ataque más, pero puede que esta vez fuese un lobo normal.

La falta de víctimas en octubre y noviembre parece dar la razón a las autoridades. Pero en diciembre se reanudan los ataques a mujeres y niños. Prosiguen durante todo el invierno y la primavera. Ahora los campesinos están solos, porque nobles y soldados se han retirado. Además, los párrocos no se atreven a tocar a rebato cuando aparecen nuevas víctimas. La prensa se autocensura: se notifican ataques de lobo en el Limousin y Auvernia, pero ni una palabra de Gévaudan. Ya son cien los muertos".

Continuará...

Entropía Bibliotecario
07-11-2012 15:35

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↕ 21 horas ↕

Gracias por el sesudo aporte. Mi duda con este tipo de cosas es: ¿qué grado de fiabilidad tienen estos informes? No me refiero solamente a los originales, sino incluso a los de los investigadores modernos. Porque estamos hablando de documentos de mediados del siglo XVIII, que poca gente habrá podido consultar de primera mano. Basta con que alguien tenga demasiada afición a "decorar" los datos para que formen un todo coherente y voilá.

Por cierto, la Auvernia es el Error en tag [LINK]: URL externa. de Ashton Smith .

Saludos,

Entro

Buscaglia
07-11-2012 19:48

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↕ 4 horas ↕
Tal como dijo Entropía:

Gracias por el sesudo aporte. Mi duda con este tipo de cosas es: ¿qué grado de fiabilidad tienen estos informes? No me refiero solamente a los originales, sino incluso a los de los investigadores modernos. Porque estamos hablando de documentos de mediados del siglo XVIII, que poca gente habrá podido consultar de primera mano. Basta con que alguien tenga demasiada afición a "decorar" los datos para que formen un todo coherente y voilá.

Por cierto, la Auvernia es el Error en tag [LINK]: URL externa. de Ashton Smith .

Saludos,

Entro

Por supuesto, el rigor científico exige ir a la fuente directa. En este caso, la adecuada serían os libros parroquiales de finados para dilucidar la veracidad de las muertes. Libros que es fácil no existan ya porque se quemaron en la Revolución Francesa (los campesinos, para dejar de pagar los diezmos y las banalidades, prendieron fuego a los archivos) o que se usasen como papel higiénico por la soldadesca (no es broma) a lo largo del XIX y del XX. Las actas señoriales aquí no serían de fiar, lo mismo que la documentación real.

¿Se basa el artículo en ellos? Pues no. Por desgracia se basa en fuentes indirectas, estrictamente bibliográficas. En monografías y prensa coetánea y obras posteriores sobre la cuestión. Así que muchos de esos datos pueden ser falsos en cuanto a número de muertes y situaciones anecdóticas.

Lo que sí es real es que se produjo tal número de ataques mortales que obligó al rey a enviar a Beauterne ante la inoperancia de los nobles locales y que el asunto tuvo tanta relevancia que se ordenó al mejor naturalista de la época, Buffon, hacer la autopsia del monstruo.

Entropía Bibliotecario
07-11-2012 20:21

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↕ 33 minutos ↕
Tal como dijo Buscaglia:

se ordenó al mejor naturalista de la época, Buffon, hacer la autopsia del monstruo.

Eh, a ése sí le conozco, juega en la Juve .

Yo intenté investigar una vez (a nivel puramente amateur) sobre Erzsébet Báthory y era absolutamente imposible separar el grano de la paja, y nadie parecía haber podido consultar realmente los documentos del juicio. Y esta de Gévaudan es una de esas historias que, de ser reales, resultan tan difíciles de explicar de forma racional, que uno sólo puede pensar en una especie de embellecimiento inconsciente del mito con el transcurso de los años.

Saludos,

Entro

Buscaglia
07-11-2012 20:58

1117 mensajes
↕ 36 minutos ↕
Tal como dijo Entropía:
Tal como dijo Buscaglia:

se ordenó al mejor naturalista de la época, Buffon, hacer la autopsia del monstruo.

Eh, a ése sí le conozco, juega en la Juve .

Yo intenté investigar una vez (a nivel puramente amateur) sobre Erzsébet Báthory y era absolutamente imposible separar el grano de la paja, y nadie parecía haber podido consultar realmente los documentos del juicio. Y esta de Gévaudan es una de esas historias que, de ser reales, resultan tan difíciles de explicar de forma racional, que uno sólo puede pensar en una especie de embellecimiento inconsciente del mito con el transcurso de los años.

Saludos,

Entro

Un cordial saludo.

Sin negar la excepcionalidad de los hechos tal como se nos vienen narrando (¿quizá se exageró el número de víctimas?) creo que existen para ellos muchas explicaciones racionales desde el comportamiento humano (a menudo aberrante).

Por ejemplo, gran parte de África ecuatorial y tropical estaba plagada de sociedades de "hombres-pantera", "hombres-león" y "hombres-leopardo" que cometían asesinatos terribles bajo el disfraz de estos felinos (tema para otro posible hilo). Y parece que en la Europa nórdica también se producían ataques con el enmascaramiento de pieles y zarpas de osos y lobos (¿ligados quizá al fenómeno "berserker", los guerreros drogados que tenían la furia de Odín?). Ya en el siglo XX y XXI, ¿no se enmascaran asesinatos en las batidas de caza? Quiero con esto decir que asesinar y responsabilizar a los animales, directa o indirectamente, ha sido una práctica común en la Historia de la Humanidad (por cierto, una disgresión, en el Medievo se juzgaba al caballo que había matado a su jinete).

Por cierto, para quien le interese la degradación humana, el próximo fin de semana "Lágrimas en la lluvia" emitirá una película sobre la secta de los mentirosos, los tugh, infames seguidores de Kali y estranguladores de caminos en la India. No está relacionado directamente con este caso, pero muestra lo que se puede esperar de nosotros como género.

Así que, se me ocurren algunas explicaciones al caso de este hilo, pero las dejo para la conclusión.

Buscaglia
08-11-2012 17:03

1117 mensajes
↕ 20 horas ↕

Continuamos...

"Sin fusiles ni jaurías para defenderse, unos intentan resignarse y prepararse a bien morir. La bestia es invulnerable y acabará con todos. Otros imploran a la divinidad. En mayo de 1767 se organizan ceremonias de expiación: encierro en las parroquias, peregrinaciones y misas solemnes. Parece que la intercesión de la Virgen María puede ser la única fórmula para evitar al monstruo.

En junio se cumplen tres años de su abominable aparición. El 19, el marqués de Apcher, al que la retirada de los nobles cortesanos ha vuelto a dejar en primera línea contra la fiera, organiza una gran batida con trescientos cazadores y ojeadores. Uno es Jean Chastel, un campesino de sesenta años, cazador furtivo encarcelado varias semanas el año anterior por un altercado con los monteros de Beauterne. Chastel, buen conocedor de la región, se aposta en Sognet d´Auvert y espera rezando letanías marianas, en la creencia de que necesitará algo más que puntería para matar a la fiera. Surge el monstruo y él monta el arma, apunta y dispara. El monstruo se desploma sin vida. Algunos autores afirman que la bala que lo derribó se fundió con dos medallas de plata de la Virgen, siguiendo el conocido procedimiento para matar hombre-lobos. Otros simplemente citan que las balas estaban bendecidas

No parece un lobo corriente. Su pelaje en rojizo. Aunque es un cánido muy grande, su peso no es excepcional: 110 libras. Presenta numerosas cicatrices de bala e incluso la de la cuchillada de Marie Vallet. Su muerte se produjo cuando el disparo de Chastel le rompió las cuatro vértebras superiores. Es llevado al castillo de Apcher, que organiza grandes fiestas. El mismo Chastel embalsama el cadáver, que se envía a París. Allí, el sabio Buffon, el mejor naturalista de la época, aclarará todos los secretos del monstruo. Tiene especial interés en hacerlo, tras sus críticas a Linneo respecto a la existencia del orden de las "ferae", las fieras salvajes, que para el sueco incluyen especies como el lobo, el murciélago y la foca. Pero el animal se pudre antes de llegar a la capital y Buffon se niega a realizar la autopsia. Los restos se entierran sin más miramiento y los huesos se donan al Museo de Ciencias Naturales de París.

Los campesinos pueden volver a las landas y bosques de Gévaudan sin miedo. El terror ha sido vencido. El arma de Chastel es guardada como reliquia. Dicen que donde cayó el monstruo apenas crece hierba y los animales no pastan allí

Las interpretaciones.

Realmente, ¿qué mató a esas cien personas? La explicación más lógica y natural, defendida por eruditos como Varghares que se trató de un hombre -o mujer- lobo. Yo también soy de la misma opinión.

Ahora bien, hay otras hipótesis menos fundadas que analizaremos los próximos días...

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